domingo, 30 de junio de 2013

LIMPIAR EL ALMA

Hace unos días mientras limpiaba y ordenaba los armarios de mi casa, reflexioné sobre la tendencia que tenemos los seres humanos a ir acumulando objetos a lo largo de nuestra vida. Objetos que no nos sirven para nada pero que nos da miedo a tirar por temor a perder parte de nuestros recuerdos. Esta tendencia a la acumulación de objetos la trasladamos a nosotros mismos y a medida que transcurre nuestra vida nos vamos llenando de pensamientos negativos, de miedos, de frustraciones y de situaciones que nos gustaría cambiar pero que no tenemos el valor de afrontar. Y nuestra cabeza gira como una noria. Siempre damos vueltas a las mismas cosas sin dejar espacio a un momento de vacío mental y de relajación necesarios para nuestra mente.

Sin embargo nunca es tarde para limpiar y ordenar los armarios y estanterías de tu alma y deshacerte de aquello que ya no te sirve. ¿Qué te gustaría hacer con tu vida?,  ¿Qué experiencias negativas desearías transformar en aprendizaje y crecimiento personal?. Antes de limpiar y ordenar tu casa primero debes comenzar por ti mismo. Será un proceso largo, por eso debes comenzar poco a poco, sin prisa, pero sin pausa. Repasa cada momento o circunstancia de tu vida que desearías cambiar, aquello que te gustaría mejorar y busca las respuestas dentro de ti mismo.

A veces olvidamos que todos los interrogantes de nuestra vida tienen respuesta en nuestro interior. No es un trabajo difícil, tan sólo debes escucharte a ti mismo y escuchar a tu alma. Pero ¿podemos escuchar a nuestro alma? sí, tan sólo serán necesarios unos minutos de silencio contigo mismo. Ahí obtendrás todas las respuestas. Si aprendes a escucharte a ti mismo encontrarás el modo de ser feliz y de sentirte realizado con cada cosa que hagas en tu vida.

Una vez que hayas limpiado tu alma y te sientas bien contigo mismo,  puedes  comenzar de nuevo esa vida maravillosa que tú decidas y que siempre te estará esperando, para que puedas hacer realidad todos tus sueños.


2 comentarios:

  1. Yo no tengo alma. O al menos no la escucho. Me quedo en silencio, le hago preguntas, y nada. En cambio me suenan las tripas. Y aunque no las entiendo sé que tratan de decirme algo importante, por la insitencia y el tono quejoso y melancólico con que rugen. ¿Seré un desalmado? Al final, sencillamente, creo que soy una persona bastante equilibrada, ya que, justo en el centro de mi cuerpo, es donde reside la esencia y el lenguaje de mi espíritu.

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  2. Hola Agata. Me encanta tu reflexión. Da mucho que pensar. Un abrazo y gracias

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